MÁS ALLÁ DE LAS NOTAS. UNA MIRADA INCLUSIVA AL FINAL DE CURSO.

El final de curso siempre viene cargado de emociones. Llegan las notas, los informes, las reuniones finales… y con todo ello, la necesidad de hacer balance. Para muchas familias, este momento es una mezcla de orgullo, preocupación, alivio y, a veces, frustración. Pero cuando hablamos de niños y niñas con necesidades educativas especiales, este balance necesita una mirada aún más amplia, más humana y, sobre todo, más justa.

Porque las notas son solo una parte del camino. Y en ese camino hay aprendizajes que no siempre se traducen en números, pero que valen muchísimo.

Lo que las notas no cuentan

Las notas no siempre hablan del esfuerzo diario para seguir el ritmo del aula.
No reflejan la valentía de quien cada mañana se enfrenta a nuevos retos con una sonrisa.
No recogen las pequeñas grandes conquistas: levantar la mano por primera vez, participar en una actividad grupal, leer en voz alta sin miedo, terminar una tarea sin rendirse.
Tampoco muestran la paciencia, la constancia, ni el trabajo conjunto entre familias, docentes y especialistas.

Y sin embargo, todo eso es aprendizaje. Es progreso. Es éxito.

Una evaluación con sentido

Cuando hablamos de evaluación en educación inclusiva, hablamos de mucho más que de medir. Evaluar es reconocer el punto de partida de cada alumno o alumna, valorar sus avances, identificar apoyos, dar sentido al esfuerzo y, sobre todo, poner en valor lo que cada niño o niña sí puede hacer.

El papel de las familias es clave. Su conocimiento, acompañamiento y mirada son fundamentales para interpretar las notas no como un juicio, sino como una herramienta de diálogo y mejora. Las calificaciones deben servir para abrir puertas, no para cerrarlas.

Final de curso: tiempo de celebrar

Ahora es momento de celebrar. De poner el foco en lo conseguido, por pequeño que parezca. De mirar el curso que termina con gratitud por lo vivido y esperanza por lo que vendrá. De descansar y recargar energías, sin olvidar que el bienestar emocional también es parte del aprendizaje.

Para el verano, un deseo

Que este verano haya tiempo para jugar, reír, explorar, compartir y disfrutar sin presiones.
Que cada niño y niña siga aprendiendo a su ritmo, desde lo cotidiano, lo real y lo cercano.
Y que volvamos en septiembre con las mochilas cargadas no solo de libros, sino de confianza y ganas de seguir creciendo.

Porque más allá de las notas, lo que realmente importa es el camino recorrido, y cómo lo hemos caminado juntos.








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