EL PATIO TAMBIÉN EDUCA. INCLUSIÓN EN LOS RECREOS ESCOLARES

En el patio aprendemos a convivir. Pero también, si no se cuida, puede ser el lugar donde más se excluye.

Esta frase nos invita a mirar con atención ese espacio aparentemente libre y espontáneo: el recreo.

¿Qué pasa en el recreo?

Durante el recreo, niños y niñas, chicos y chicas eligen con quién jugar, a qué jugar y cómo relacionarse. Pero en esa libertad, algunos alumnos y alumnas quedan fuera.

Para muchos alumnos y alumnas, con y sin Síndrome de Down, el patio puede convertirse en un espacio donde:

  • No son invitados a jugar.

  • No entienden las reglas del juego.

  • Nadie adapta el ritmo para que puedan participar.

  • Se sienten solos aunque estén rodeados de compañeros y compañeras.

¿Por qué es tan importante este momento?

Porque el recreo no es solo “tiempo libre”:

  • Es un espacio de aprendizaje social clave: se practican normas, se negocia, se coopera.

  • Es donde se tejen las relaciones personales que luego influyen en el aula.

  • Es un indicador del clima de inclusión real de un centro escolar.

Si hablamos de una escuela inclusiva, no podemos dejar el patio fuera del proyecto educativo.

¿Cómo podemos favorecer la inclusión en el recreo?

Aquí van algunas ideas para transformar los patios en espacios más justos y participativos.

1. Juegos estructurados y rotativos

Organizar juegos cooperativos guiados por docentes o alumnado ayudante para que todos puedan participar, con normas claras y visuales.

2. Alumnado mediador o “patios inclusivos”

Formar grupos de alumnos/as que apoyen activamente a quienes lo necesiten, con dinámicas previamente ensayadas en tutoría.

3. Materiales accesibles y variados

A veces, quienes no juegan es porque no hay nada adaptado a sus intereses o capacidades. Tener pelotas blandas, pictogramas con normas de juegos, juegos de mesa grandes, etc., puede marcar la diferencia.

4. Zonas del patio diferenciadas

Crear zonas de juego activo, zona tranquila, zona de lectura, zona simbólica… permite a cada persona elegir el espacio donde se siente cómoda y puede relacionarse.

5. Preparación previa en el aula

Trabajar los juegos en asamblea, practicar roles, anticipar qué puede pasar… ayuda a reducir barreras sociales y emocionales.


¿Y si cambiamos la pregunta?

En lugar de preguntar: “¿Por qué no juega con los demás?”,

preguntemos...“¿Qué podemos hacer para que juegue con los demás?”

Porque la inclusión no ocurre por sí sola. Hay que planificarla, cuidarla y sostenerla también fuera del aula.




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